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Mujeres que no quieren ser madres: historias de quienes luchan contra el estigma social

“Una vez un amigo me preguntó por qué no quería tener hijos. Mi respuesta fue: ¿por qué sí querría tenerlos? La pregunta que debería hacerse la sociedad es la inversa a la que se hace siempre respecto a este tema”. Con esta frase, simple pero contundente, María Córdoba (30) comenzó a contar el trasfondo de la ausencia en su vida del deseo de maternar. Ella, como tantas otras mujeres, se enfrenta al estigma que supone su decisión de no tener hijos. Es psicóloga y desde niña tuvo clara su orientación: no le gustaba jugar con muñecas ni a la “mamá”.

“Si la gente analizara los motivos por los cuales sí quiere tener hijos, te aseguro que habría muchos menos nacimientos en todo el mundo”, continuó. Sabiéndose señalada con el dedo, relató: “Cuando contás que no querés tener hijos, te miran raro, minimizan tu postura y te dicen: ‘Ya vas a cambiar de opinión’, o incluso te juzgan y te tratan de egoísta e individualista”.

María elige no tener hijos y explica los argumentos de su decisión. (La Voz)
María elige no tener hijos y explica los argumentos de su decisión. (Gentileza de La Voz)

LAS RAZONES, DE LO MÁS VARIADAS

La decisión de no ser madres no responde a un deseo momentáneo o a una circunstancia temporal. Las mujeres que toman esta determinación, por lo general, lo hacen de manera irreversible y como parte de un estilo de vida que quieren mantener.

“No tengo como un llamado maternal instintivo enorme como el que tiene mucha gente que conozco. Además, creo que ser padres en la actualidad es mucho más difícil que antes, y uno de los motivos que explican esa dificultad es la situación económica”, sostuvo Florencia Artigau (31), otra joven consultada por este medio que nunca quiso tener hijos y que no planea cambiar de opinión.

“Una vez un amigo me preguntó por qué no quería tener hijos. Mi respuesta fue: ¿por qué sí querría tenerlos? La pregunta que debería hacerse la sociedad es la inversa a la que se hace siempre respecto a este tema”. Con esta frase, simple pero contundente, María Córdoba (30) comenzó a contar el trasfondo de la ausencia en su vida del deseo de maternar. Ella, como tantas otras mujeres, se enfrenta al estigma que supone su decisión de no tener hijos. Es psicóloga y desde niña tuvo clara su orientación: no le gustaba jugar con muñecas ni a la “mamá”.

“Si la gente analizara los motivos por los cuales sí quiere tener hijos, te aseguro que habría muchos menos nacimientos en todo el mundo”, continuó. Sabiéndose señalada con el dedo, relató: “Cuando contás que no querés tener hijos, te miran raro, minimizan tu postura y te dicen: ‘Ya vas a cambiar de opinión’, o incluso te juzgan y te tratan de egoísta e individualista”.

María elige no tener hijos y explica los argumentos de su decisión. (La Voz)
María elige no tener hijos y explica los argumentos de su decisión. (La Voz)

LAS RAZONES, DE LO MÁS VARIADAS

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La decisión de no ser madres no responde a un deseo momentáneo o a una circunstancia temporal. Las mujeres que toman esta determinación, por lo general, lo hacen de manera irreversible y como parte de un estilo de vida que quieren mantener.

“No tengo como un llamado maternal instintivo enorme como el que tiene mucha gente que conozco. Además, creo que ser padres en la actualidad es mucho más difícil que antes, y uno de los motivos que explican esa dificultad es la situación económica”, sostuvo Florencia Artigau (31), otra joven consultada por este medio que nunca quiso tener hijos y que no planea cambiar de opinión.

“El nivel adquisitivo de ahora es paupérrimo. Siento que podés tener cinco trabajos y que igual no llegás. Entonces, ese cambio social y económico, que sobre todo afectó a la clase media, creo que tuvo un impacto enorme en cómo nuestra generación visualiza su futuro y, por ende, aquí aparece la decisión de no incluir hijos en ese futuro, porque no es fácil”, continuó.

Sobre el denominado “instinto maternal”, la licenciada en Psicología Noelia Benedetto explicó a este medio que no existe tal cosa: “Al estar atravesados por la cultura, no hay nada a lo que pueda adjudicarse el mote de ‘instintivo’ en la vida humana”.

“Para considerar una conducta como instintiva tiene que tener una serie de características: ser automática, irresistible, no requerir de entrenamiento, darse en todos los miembros de la especie y, además, ser inmodificable. Nada de esto ocurre en el caso del deseo de ser madre. Por lo tanto, no existe el instinto maternal y la maternidad no es un destino”, enfatizó la psicóloga.

“Una vez un amigo me preguntó por qué no quería tener hijos. Mi respuesta fue: ¿por qué sí querría tenerlos? La pregunta que debería hacerse la sociedad es la inversa a la que se hace siempre respecto a este tema”. Con esta frase, simple pero contundente, María Córdoba (30) comenzó a contar el trasfondo de la ausencia en su vida del deseo de maternar. Ella, como tantas otras mujeres, se enfrenta al estigma que supone su decisión de no tener hijos. Es psicóloga y desde niña tuvo clara su orientación: no le gustaba jugar con muñecas ni a la “mamá”.

“Si la gente analizara los motivos por los cuales sí quiere tener hijos, te aseguro que habría muchos menos nacimientos en todo el mundo”, continuó. Sabiéndose señalada con el dedo, relató: “Cuando contás que no querés tener hijos, te miran raro, minimizan tu postura y te dicen: ‘Ya vas a cambiar de opinión’, o incluso te juzgan y te tratan de egoísta e individualista”.

María elige no tener hijos y explica los argumentos de su decisión. (La Voz)
María elige no tener hijos y explica los argumentos de su decisión. (La Voz)

LAS RAZONES, DE LO MÁS VARIADAS

La decisión de no ser madres no responde a un deseo momentáneo o a una circunstancia temporal. Las mujeres que toman esta determinación, por lo general, lo hacen de manera irreversible y como parte de un estilo de vida que quieren mantener.

“No tengo como un llamado maternal instintivo enorme como el que tiene mucha gente que conozco. Además, creo que ser padres en la actualidad es mucho más difícil que antes, y uno de los motivos que explican esa dificultad es la situación económica”, sostuvo Florencia Artigau (31), otra joven consultada por este medio que nunca quiso tener hijos y que no planea cambiar de opinión.

“El nivel adquisitivo de ahora es paupérrimo. Siento que podés tener cinco trabajos y que igual no llegás. Entonces, ese cambio social y económico, que sobre todo afectó a la clase media, creo que tuvo un impacto enorme en cómo nuestra generación visualiza su futuro y, por ende, aquí aparece la decisión de no incluir hijos en ese futuro, porque no es fácil”, continuó.

Sobre el denominado “instinto maternal”, la licenciada en Psicología Noelia Benedetto explicó a este medio que no existe tal cosa: “Al estar atravesados por la cultura, no hay nada a lo que pueda adjudicarse el mote de ‘instintivo’ en la vida humana”.

“Para considerar una conducta como instintiva tiene que tener una serie de características: ser automática, irresistible, no requerir de entrenamiento, darse en todos los miembros de la especie y, además, ser inmodificable. Nada de esto ocurre en el caso del deseo de ser madre. Por lo tanto, no existe el instinto maternal y la maternidad no es un destino”, enfatizó la psicóloga.

“De a poco salimos a la esfera pública, nos profesionalizamos y esto hace que tengamos más presión. Muchas veces la mujer decide no tener hijos porque ya eligió dedicarse a su carrera y quiere poner sus esfuerzos y sus energías en eso”, ejemplificó la socióloga.

En la misma línea, María Córdoba siguió con sus argumentos: “Creo que la maternidad o cumplir ese rol de crianza, de cuidado y de condicionamientos absolutos sobre la vida de una persona, no es algo que esté dentro de mi repertorio. Desde el momento en que tenés un hijo, no solamente tenés poder absoluto sobre la vida de esa persona, sino que también pasás a tener un vínculo de interdependencia. Y a mí me repele la idea de un vínculo por obligación. Más bien me gusta elegir a las personas con quienes cultivo relaciones de distinta índole, incluso familiar”.

María, junto a sus sobrinos. Ella elige cultivar esos vínculos, por sobre la posibilidad de crear uno nuevo con un hijo.
María, junto a sus sobrinos. Ella elige cultivar esos vínculos, por sobre la posibilidad de crear uno nuevo con un hijo.

Entre otros motivos, el anhelo por la libertad es figura repetida. “Tener hijos significa que tenés que hacer sacrificios enormes con tus ingresos, con tu carrera, con tus planes, y la verdad es que no tengo intenciones de hacer eso. Estoy en un gran momento profesional y no estoy dispuesta a sacrificarlo, o ni siquiera hacer una pausa para ser madre”, continuó Florencia, quien trabaja en la comunicación interna de una empresa multinacional.

“Tal vez un montón de gente piense que es un pensamiento egoísta, pero yo ahora no cocino ni limpio para nadie que no sea yo misma, y tengo la libertad de tener un mal día, de hacer un berrinche, de estar de mal humor, de no hacer nada si no quiero, y fundamentalmente de ser espontánea: si quiero hacer el bolso e irme por un fin de semana, puedo hacerlo sin tener que explicarle nada a nadie ni encargarme de nadie”, enfatizó la joven.

Anticipando que su comentario sería apocalíptico, Florencia sentenció: “Hay que saber que el cambio climático, el consumismo extremo, la contaminación, son preocupaciones realmente muy grandes y me parece que si no hacemos un cambio, no vamos a poder pensar en un futuro para la humanidad en general, y mucho menos para hijos en particular”.

Las mujeres que deciden no ser madres se enfrentan a estigmas sociales. (Imagen ilustrativa / 123RF)
Las mujeres que deciden no ser madres se enfrentan a estigmas sociales. (Imagen ilustrativa / 123RF)

EL ESTIGMA SOBRE LA DECISIÓN

“¿Por qué alguien elige no ser madre? Debates como estos son igual de improductivos que los de por qué alguien es homosexual. ¿Por qué se le piden justificaciones al deseo de alguien cuando es disidente al sistema sexo género heteronormado?”, se preguntó la psicóloga Noelia Benedetto.

Las mujeres que deciden no ser madres se enfrentan a un estigma social cada vez que hacen pública su postura. “A pesar de que hay un creciente apoyo a la equidad de género, me parece que el papel tradicional de la madre y el mito del instinto maternal todavía se reconocen como ritos de iniciación naturales en la vida de una mujer. Es como que las mujeres sin hijos, y en particular las que no queremos tenerlos, nos enfrentamos a un estigma y a críticas de amigos, de familiares y de conocidos”, describió Florencia.

La psicóloga consultada por este medio agregó que, en la actualidad, el deseo de no maternar es cuestionado, incomprendido y estigmatizado. “Desde niñas, a las personas marcadas como mujeres se les enseña que su destino es crecer, prepararse profesionalmente, casarse, tener hijos y envejecer al cuidado de estos y de sus nietos. Eso está cambiando, las nuevas generaciones están transformando estos roles a la par que van luchando por la conquista y el acceso a derechos y a la equidad de género”.

Las mujeres que eligen no maternar, en muchos casos, lo hacen porque priorizan su crecimiento profesional. (Imagen ilustrativa / Unplash)

“En la lógica patriarcal, una mujer que escoge no ser madre no solamente está desafiando a su entorno, sino al patriarcado mismo por negarse a cumplir el rol instaurado para ella”, continuó la psicóloga, y aclaró algo que consideró que debería ser obvio: las personas marcadas como mujeres no son naturalmente madres, sino que su potencialidad para serlo dependerá de su deseo o de la situación.

“Aunque no tengamos hijos, tenemos los hijos en la cabeza. La gente tiende a sospechar de la estabilidad mental y emocional de la persona que decide no maternar; se las presiona, se las tilda de egoístas, se les “trabaja” la culpa. Todo lo anterior me hace pensar que nos corresponde a todos pensar cómo hablamos e imponemos la maternidad más allá de nuestras identidades de género y la capacidad de gestar”, indicó la psicóloga.

Florencia se sinceró al pensar en un escenario disímil al que hoy atraviesa: “Me parece que si tuviera un hijo hoy, sí lo amaría por sobre todas las cosas, pero estoy muy segura de que no amaría mi vida. Creo que tengo mucha suerte, porque tengo una vida extraordinariamente satisfactoria en este momento, y es algo que no cambio por nada”.

“Capaz que mucha gente que tiene hijos me va a decir que no tengo idea de lo que estoy hablando, pero al contrario de lo que piensan muchos que te dicen que es injusto y egoísta no tener hijos, a mí me parece injusto o egoísta tener un hijo con el único propósito de averiguar de qué te estás perdiendo si no lo tenés”, agregó María.

“¿Por qué hay que dar razones más allá del deseo para no ser madre cuando eso no se exige a las personas que sí lo quieren ser? El ‘no quiero porque no quiero’ no parece ser suficiente. Que tu cuerpo esté preparado biológicamente para hacer algo, como gestar, no significa que estemos obligadas a hacerlo”, concluyó Benedetto.

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