A veces, los errores que más tememos terminan por moldearnos en quienes estamos destinados a ser.
Como CEO de SetSchedule, llevé una empresa de $0 a más de $10 millones de dólares en ingresos recurrentes anuales, construí un equipo que superó los 1,000 empleados y viví para contarlo. Pero detrás de cada momento destacado hubo situaciones que, entonces, se sintieron como verdaderos desastres.
Al mirar atrás, las peores decisiones que tomé no solo fueron dolorosas — también fueron necesarias. Me dieron las herramientas que necesitaba para convertirme en un mejor líder, operador e inversionista. Estas son las tres peores decisiones que tomé y que (irónicamente) allanaron el camino hacia el verdadero éxito.
1. Crecer a toda costa: La gran ilusión
He aquí un error de principiante: creer que el crecimiento lo soluciona todo. Los ingresos curan todos los males, ¿cierto? Falso.
Al principio de SetSchedule, me tomé el mismo Kool-Aid que muchos capitalistas de riesgo reparten: crece rápido y haz preguntas después. Contrata a todo el mundo. Abre nuevas oficinas. Quema dinero si eso parece impresionante.
Durante un tiempo, funcionó. Escalamos como locos, celebramos nuestros hitos y descorchamos champán. Luego llegaron los cambios en el mercado inmobiliario. De pronto, nuestro modelo «invencible» quedó al descubierto. Los ingresos se desaceleraron. Los costos fijos seguían siendo monstruosos. Y mejor ni hablemos de cómo algunos competidores actuaban como si estuvieran de fiesta en plena crisis.
La cruda verdad es que el crecimiento acelerado sin disciplina financiera es una bomba de tiempo. El crecimiento no es éxito si no puede resistir la turbulencia. Y por cierto: los VCs no siempre tienen razón. Algunos consejos vienen con un enorme asterisco que dice: «No nos hacemos responsables cuando esto explote».
Hoy nos enfocamos en un crecimiento saludable y calculado. Primero, obsesión por el cliente. Segundo, finanzas sólidas. Las métricas de vanidad van al final.
Lección aprendida: el crecimiento es increíble… hasta que te das cuenta de que tienes que pagarlo.
2. Elegir al socio equivocado: La forma más rápida de agotarte
¿Has oído eso de que los socios de negocios son como cónyuges? Están equivocados. Es peor — al menos en un matrimonio, suele haber pastel.
A lo largo de los años, he visto (y vivido) lo que pasa cuando eliges al socio equivocado. Hoy, como inversionista, lo veo todo el tiempo: fundadores que intentan bajarse en silencio del tren de sus propias empresas, alegando «problemas de salud», «nuevas oportunidades» o «cambios de vida».
¿La traducción? Quieren salir. Rápido.
Cuando te unes a alguien — ya sea para fundar una empresa o invertir en una — estás apostando por su carácter, no por su currículum. Necesitas a alguien dispuesto a arrastrarse por el lodo cuando las cosas se pongan feas, no a alguien que se desconecta al primer bache.
He tenido socios equivocados. Créeme, ningún contrato, reparto de acciones ni reuniones de consejo puede arreglar a un socio que mentalmente ya se fue.
Cuando pienso en SetSchedule y en mis inversiones posteriores, los mejores resultados siempre fueron con socios que tenían agallas. Socios que recibieron golpes y siguieron peleando.
Lección aprendida: un mal socio hunde el barco más rápido que los malos ingresos.
3. Contratar a las personas equivocadas: La ruleta del currículum
Hablemos de contratar en escala — un arte brutal donde es demasiado fácil elegir a los jugadores equivocados.
En SetSchedule, hemos contratado a miles de personas a lo largo de los años. Al principio, cometimos el error clásico: perseguir credenciales. Títulos de universidades prestigiosas, experiencia en empresas de renombre, referencias impecables — en papel, todo se veía espectacular.
¿La realidad? Algunas de las contrataciones más brillantes fueron las primeras en abandonar el barco cuando las cosas se pusieron difíciles — o peor aún, las primeras en quejarse mientras otros se remangaban.
Los verdaderos MVPs fueron quienes creyeron de verdad en la misión. Los que estaban comprometidos — no por un paquete de seis cifras, sino porque querían construir algo más grande que ellos mismos. No les importaban las políticas internas, los ascensos de título o los almuerzos gourmet. Les importaba ganar juntos.
Hoy, cuando contrato o asesoro a empresas, esto es lo que les digo a los fundadores: contrata misioneros, no mercenarios. Quieres gente que se tome el Kool-Aid por voluntad propia, no los que negocian cuánto Kool-Aid van a recibir antes siquiera de presentarse.
Lección aprendida: una gran empresa no se construye juntando currículums — se construye juntando creyentes.
Los errores no son cicatrices en tu camino como emprendedor — son medallas.
Perseguir el crecimiento a ciegas, elegir a los socios equivocados y contratar basándote solo en lo superficial pudieron haberme hundido. En lugar de eso, me obligaron a desarrollar piel más gruesa, mejores instintos y negocios más sólidos.
El éxito de SetSchedule no ocurrió a pesar de los errores, sino gracias a lo que esos errores nos enseñaron.
Así que, si en este momento estás enfrentando una mala decisión, recuerda esto: a veces, los peores pasos que das terminan empujándote hacia la mejor versión de ti mismo. Solo tienes que sobrevivirlos primero.
Cortesía de entrepeneur.